En la vida se presentan varias pruebas. Soy de las personas
que piensan que cada una de esas pruebas tiene un fin y que hasta que no aprendemos
de ellas tienden a repetirse. Dios es sabio y sabe qué es mejor para nosotros,
muchas veces podemos no estar de acuerdo, pero hay que entender que todo tiene
un porque. Creo en eso firmemente. Y una vez más lo comprobé.
Correr nuevamente me ha dejado una enseñanza.
Cuando comencé a correr rápidamente me enamoré de éste bello
deporte. No sé cómo explicarlo, solo puedo decir que me enamoré, sigo enamorada
y seguiré enamorada. Y por amor hay que tomar decisiones. Por el amor se lucha,
se lucha hasta el último momento, se da todo, se agotan todas las
posibilidades, pero a veces dándolo todo no recibimos lo que queremos, es
entonces cuando hay que ser pacientes y confiar, saber que todo regresará. Así
me sucedió con esto, con mi lesión.
Una lesión que no pedí, ¿quién pide una lesión? Llega por
muchas razones, cansancio, correr cuando no se debía, correr de manera
inadecuada, en fin tantas razones; pero casi siempre se aprende ¡después de! Si
supiéramos el futuro nunca cometeríamos errores. Y benditos errores, pues son
ellos los que nos hacen crecer, los que a veces de golpe, tristezas y llantos
no enseñan a valorar y saber por dónde no pisar. Esos errores nos hacen crecer
en todos los aspectos, abres los ojos no solo a lo que te está lastimando, sino a un todo. Ves cosas que antes no veías y entonces te das cuenta que ¡si
hay un porque! Y lo más maravilloso de éstas lecciones es que te llegan para que
te des cuenta que hay algo más grande. Eso me paso a mí.
Correr Boston, ¡es el sueño de muchos corredores! Cuando comencé a correr
supe que había “5 majors”, aunque ahora son 6. Boston para mí era el más
importante, porque hay que calificar. Soy sincera, en ese entonces ni siquiera pensaba
correrlo, porque mis tiempos no daban para eso. Pero en su momento era algo que
no me importaba. Correr ya en si era una ganancia y poder convertirme algún día
en maratonista era mi mayor sueño. Con mucha ilusión y con mucho deseo lo
conseguí en el 2011, Maratón Monterrey con 4 horas 7 minutos fui maratonista
por primera vez. Quien ha corrido maratón sabe de la satisfacción que se siente
cruzar esa META. Sientes que todo lo puedes y te demuestras que los sueños se
cumplen. Cruce la meta y mi primer sensación fue, ¿cuál será el siguiente?
Después de planearlo el siguiente sería Chicago 2012. Mi
primer “major” Para ese maratón quise ir mejor preparada, fue entonces que le
pedí a mi ya amigo Fher Salazar me entrenara. Empezamos con entrenamientos en
junio del 2012, el avance que di con él fue enorme. Llego el día del maratón 7
de octubre, con una gran ilusión y con el corazón en la mano me entregué ese
día por completo. Ese día me olvide el reloj (quizá mala alumna) pero eran tan grandes mis
ganas de disfrutarlo que solo quise correr por el placer de correr, a veces así
llegan los mejores resultados. Lo terminé feliz, orgullosa, satisfecha y con un
tiempo inimaginable para mí. Cruce la meta con 3:30:36 mucho mejor de lo
esperado. Fue esa felicidad la que me hizo no sufrir, no presionarme solo
disfrutar. Recuerdo que en el trayecto solo sonreía, suelo tener la costumbre
de sonreír cuando corro. Correr me da tanta felicidad que solo puedo sonreír
mientras lo hago.
Con Chicago llego la posibilidad de calificar a Boston, mis
amigos corredores, a quienes quiero mucho, me alentaron para aplicar,
lo hice, fui aceptada y dije, Boston 2013 allá te voy.
Comienza mi preparación a finales del 2012. Todo iba
perfecto, con la misma ilusión que la primera vez, con el mismo amor, pero esta
vez surge algo inesperado, me llega una lesión el 10 de marzo del 2013, a un
mes de mi maratón. Dolor en la ingle, un dolor raro e incomodo, dolor con el que era imposible correr. Nunca me había lesionado, así que me fue difícil asimilarlo. Sufrí cuando sucedió, pensé ¿por qué ahora? ¿Por qué justo a
un mes de mi maratón? Me arrepentí de haber ido a la carrera en donde ocurrió
mi lesión, me reproché no haberme cuidado, y me negaba a aceptar que me sucediera
justo un mes antes del maratón. Acudí inmediatamente al doctor y al físio, me atendí, es lo
primero que hay que hacer ante una lesión. Me explicaron que se trataba de una inflamación de tendones y ligamentos aductores, lesión muy incomoda para correr, pues se agudiza cuando se abre la zancada. Entre los dos me atendieron, me
dieron desinflamatorios, vitaminas, masajes, terapias de todo tipo, se hizo de todo. Pero la
lesión no cedió. Hubo una mejoría 10 días después de la lesión, empecé a
regresar poco a poco, el dolor era controlable pero no desaparecía. A los 15
días hice una distancia de 25km y recaí. Las recaídas a veces son peores. Tenía
confianza, creía que como la primera vez, 15 días después estaría bien. Seguí
con mis terapias, pero no cedió. Así que a días de mi maratón, había que
decidir, qué difícil. Me arriesgaba e iba a Boston con ese lesión, con dos posibilidades:
1a. Quizá no terminar porque el dolor no lo permitiera, o
2a. Terminar pero con alta posibilidad de regresar más lastimada.
1a. Quizá no terminar porque el dolor no lo permitiera, o
2a. Terminar pero con alta posibilidad de regresar más lastimada.
Fue tan difícil para mí. Tanta ilusión, tanto trabajo, tanta
espera para un maratón que no pedí, nunca fui a Chicago con la intención única
de calificar, fuí por el amor a correr, porque amo correr. Me surgieron tantas
dudas, ¿qué hacer? No sabía. Mi entrenador sugería no correr, no quería que
corriera el riesgo de regresar más lastimada, pero me daba la libertad de
escoger, su apoyo de amigo lo tenía incondicional. Mis amigos me alentaban a
seguir, pero también me decían que yo analizará y que si creía que estaba en
riesgo mi salud no corriera. Entonces
entendí que mi amor por correr es más grande que cualquier maratón. Claro que
quiero correr Boston, pero también quiero seguir corriendo, deseo una larga
vida corriendo, quiero regresar lo antes posible a mi deporte y quiero
estar bien, por mí y la gente que amo. El desgaste físico y emocional que me dejo esta
experiencia fue mucho. Así que escribí a Boston, dije mi situación y obtuve una
respuesta, dijeron: “Lamentamos tu situación, si decides no venir, puedes
aplicar nuevamente con Chicago, te esperamos para el 2014 …” El hotel y avión
con una penalización también me permitían cancelar. Todo se estaba acomodando
para no ir y solo postergar. Pero me seguía negando. Pedía a Dios me guiara
para hacer lo correcto para mí. Fue así que entre comentarios de gente que me
quiere entendí que la respuesta ya la tenía en la mano, entendí que a veces las
cosas se presentan de manera distinta a lo planeado, y que la posibilidad de
correr Boston no se me negaba, solo se postergaba para 2014. Debía aprovecharlo
Estaba lesionada, di e hice todo lo posible para que la
lesión sanara, no se pudo, luche mental y físicamente para mi recuperación, lo
di todo y la curación no se dió. Muchas veces pensé ¿por qué en Boston? Y ahora
entiendo, ¿por qué no? Boston es igual de importante que cualquier 42.195 recordé
mi ilusión para Monterrey. Porque
cualquiera que corre un maratón pone el corazón e ilusión, y entendí que si me hubiera
sucedido en cualquier maratón, igual hubiera sufrido, porque cuando tienes un
sueño y por algo no se puede cumplir, sufres.
Y entendí que en lugar de reprochar debía aceptar. Agradecí por toda la
enseñanza que me había dejado esto, porque cuando sufres creces. Porque la
gente que me quiere me demostró su cariño aún más. Porque se me estaba dando la
oportunidad de intentarlo en el 2014 y porque aunque no nos guste hay que saber
esperar. Cuando algo es para ti, será para ti.
Era el momento de demostrarme que es tanto mi amor por correr, que se esperar. Te quiero tanto running que pospongo un sueño, porque quiero regresar
contigo, porque quiero regresar lo antes posible, porque me quiero sana, para
mí y para mi gente. Y ahora estoy tan agradecida con ésta lesión, por todas las enseñanza, por la cercanía que
tuve con tantas personas, porque aunque ya lo sabía, es bonito sentirse querida
por tanta gente, porque me enseño que la paciencia también es una virtud, y
aunque no queremos aplicarla, tenemos que aplicarla.
Mi sueño no se acabó solo se posterga. Si Dios quiere será Boston 2014. Llegaré con
mayor experiencia, y no hablo de lo físico, sino de la emocional, donde tuve
mayor aprendizaje. Llegaré con la misma ilusión y con las mismas ganas, esas
nunca se acabaron. Y no me siento derrotada, porque di batalla, luche hasta el
final por no abandonar. Se puede perder
una batalla, pero no la guerra. Soy una guerrera y no dejo de serlo.
Me dedicaré a mi recuperación y sé será más pronta si no
sigo lastimando ésta lesión.
Me quiero sana y me quiero recuperar. Va
por ti running, que mejor manera de demostrarte mi amor que postergando un
sueño, va una pequeña pausa, porque te amo y quiero regresar a ti lo antes posible.
Amo correr <3
Soy Corredora