Durante un
año recibí grandes enseñanzas, aprendí a ser paciente, a ser perseverante y
sobre todo a persistir. Los sueños son los que nos impulsan a pesar de los
obstáculos y cuando más pruebas se colocan en el camino, mas fuertes y más
deseados se vuelven.
La lesión de tendones
aductores fue más larga de lo que imaginé, 8 meses detenida y una recaída en
diciembre fue lo que pase antes de una nueva noticia. Una segunda lesión.
En diciembre cuando todo
indicaba que me reponía de esa recaída surge una nueva lesión, nada que ver con
la primera ni provocado por correr. Un problema de columna, una distrofia discal, los discos estaban chocando
uno con otro y ello producía la opresión del nervio ciático, con ello venia una debilidad
de la pierna y dolor en determinadas posturas, ¿las causas? Podían ser diversas. Parecía
increíble que cuando todo aparentemente mejoraba aparecía una prueba más; algo
que además no es reversible. Mi doctor quien además es atleta fue claro y me
dijo: “Como médico te prohibiría correr; de atleta a atleta, te digo que
analices la posibilidad de dejar de hacerlo” fueron fuerte esas palabras, ese
día recuerdo que pensé “no puedo creer me esté pasando esto, me están diciendo
que mi vida de corredora acabo”. Mi doctor me dio otras alternativas
deportivas, me dijo que nadara, que no había mejor rehabilitador para la
columna que nadar. Solo que había un detalle, yo no sabía nadar.
Salí del
consultorio con dos opciones, una rendirme y otra intentar seguir buscando
alternativas. Decidí ir por la primera, me rendí. Sentí en ese momento no tenía
fuerzas para una nueva lucha. Fueron 8 meses entre terapias, médicos, trabajo
de fuerza, mucha persistencia como para ir por una segunda batalla. Decidí
despedirme de correr, di gracias por tan hermosa experiencia y tenía el pensamiento que ésta era una prueba
para enseñarme cosas nuevas. Sin embargo ese pensamiento me duro solo un día.
Al día siguiente
desperté y me dije: no me voy a rendir. Decidí continuar.
La vida está llena de experiencias que nos hacen débiles o fuertes, la decisión es nuestra. La vida es corta, los milagros existen
y la voluntad mueve montañas. La ventaja de vivir nuestra propia vida es que somos protagonistas y no antagonistas, la vida nos regala la oportunidad de decidir y no evadir, actuar para lograr y no solo soñar. Platique con mi nuevo entrenador, me dio
esperanza y me dijo que si yo quería me ayudaba con su experiencia y guía, aunque por supuesto
yo sabía la responsabilidad era mía. Me
ayudó en el proceso de reincorporarme cuidadosamente, mi fisioterapeuta
estuvo muy en contacto con el entrenador y mi médico me ayudó con un
tratamiento para lograr desinflamar un poco el nervio ciático y lograr
recuperar la fuerza que había perdido en la pierna.
En enero sin aún
poder correr, decidí aprender a nadar. A mis 37 años sentí que nunca era tarde
para aprender absolutamente NADA. Leí que nadar era el mejor rehabilitador para
cualquier lesión y además ayudaría a mejorar mi carrera, a relajar los músculos y a la lesión de columna. Hoy no soy una nadadora
experta, pero ya nado y sigo aprendiendo.
La primera semana
de febrero logré regresar a correr. Poco a poco mi entrenador Cesar Simoni me
fue reincorporando, todo el mes de febrero preferí no pensar en el maratón. Fue
hasta a finales de febrero cuando le pregunté si podía correr Boston, me dijo
que NO. Era arriesgado, llevaba un mes corriendo, no había distancias y por
tanto lo mejor sería no correr maratón en abril. A diferencia de la primera
vez, cuando surge la primera lesión en 2013, tomé las cosas con mayor
tranquilidad, no lloré y acepté. Ya estaba corriendo y para mi esa ya era
ganancia. Sin embargo decidí que a diferencia del año pasado, ésta año si iría
a Boston, mi inscripción ya estaba, nuestros boletos de avión y Hotel también,
mi esposo me acompañaría, por lo menos de turistas y a vivir la fiesta del
maratón, estaba decidido que sucedería.
Conforme fueron
pasando los días mi rendimiento en carrera iba mejorando, mi cuerpo iba
recordando lo bien que se sentía correr y eso se reflejaba en mi vida.
Para la segunda
semana de marzo mi entrenador me dijo que había la posibilidad de ir a
trotarlo, me veía muy bien, veía que mi cuerpo respondía. Para finales de marzo
me manda mi primer distancia de 25 km. Confieso que fue una emoción grande
cuando la hice, tenía más de un año de no hacer esas distancias y
afortunadamente todo salió bien. Mis AMIGOS me apoyaron como siempre, me
acompañaron y para mí fue una fuerza que me impulso.
Los dolores del
nervio ciático seguían ahí, pero más leves, aprendí a controlarlos, aprendí a
ser más disciplinada con mis estiramientos, estuve muy en contacto con mi fisio
y muy obediente con mi doctor. Mi entrenador siempre estuvo muy precavido y mi
voluntad muy entregada. Hicimos gran equipo.
A tres semanas del
maratón, hago la segunda y última distancia 28 kms. Todo salió bien. Ese día
sabía que correría Boston el 21 de abril del 2014. Terminé de entrenar y estiré
perfectamente, recuerdo dedique casi una hora de estiramientos. Mi cuerpo
increíblemente iba respondiendo a pesar del aumento de la carga de trabajo y me
sentía fuerte.
Las últimas tres
semanas bajamos ligeramente la carga de trabajo y seguía mentalizada en Boston,
nadando, corriendo, obedeciendo cada indicación de mi entrenador, de mi fisio y
pidiendo a Dios que todo fuera bien.
Llega el 18 de
abril y vuelo a Boston. No lo podía creer. Con dos meses y medio de
entrenamiento, 8 meses detenida, una recaída, dos lesiones y mucha actitud
estaba en el aeropuerto a punto de ir a cumplir mi sueño. Correr mi tercer
maratón.
Sala de espera en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México
La Fiesta Previo al Maratón
Sin duda puedo
definir a Boston como la ciudad de los maratonistas, desde que uno llega al
aeropuerto se respira maratón. Gente con chamarras, playeras, maletas, gorras
de tantos maratones del mundo. Gente que vive el maratón. Los de la aduana nos
reconocen inmediatamente y saben vámos al maratón, nos preguntan con entusiasmo
cuántos llevamos, con cuál calificamos, cuál fue nuestro tiempo. Es
impresionante como se vive el maratón en tan bella ciudad. Los corredores nos
saludamos con una sonrisa como diciendo “estamos aquí y compartimos la misma
alegría”
Al día siguiente sábado
19 de abril, salimos Mario y yo a trotar, estábamos hospedados a 2 kms de la
meta. Recuerdo que cuando mire a lo lejos y pude verla comencé a llorar, a mi
mente se vinieron todos esos recuerdos, la primera lesión, los meses sin
correr, la recaída, las terapias, cuando me hicieron aquellas radiografía donde
encontrarían la segunda lesión. Me parecía increíble que hubiera superado todos
esos obstáculos y por fin estaba allí, contemplando la META del maratón de
Boston. Me pare, lloré, agradecí y contemple ese hermoso lugar, lleno de otros
locos soñadores.
Sábado 19 de abril META del maratón de Boston
Minutos después
fuimos a recoger mi kit a la expo. Orgullosa me coloque mi
runner Passport y entre a recoger mi número para el maratón, se veía hermosa
esa bolsa con mi nombre y dorsal 16553, mi playera de corredora de Boston y de
ahí a vivir la fiesta de la expo, uno de
los majors más hermosos, el de Boston.
Recogiendo Kit en la expo del Maratón
Siempre he pensado
que las expos son maravillosas, pero sin duda la de Boston ha sido mi favorita,
no sé si por lo que representa para mi, o por ser la última que he
experimentado. Las recomendaciones que siempre nos dan son: no te canses, no
camines tanto días previos al maratón. Pero una vez más no obedecí, camine por
horas en esa maravillosa expo, recorrí cada stand como niña en la dulcería,
mirando todo lo que ofrecían y probando y comprando lo que podía comprar.
Llegue al stand del team Hoyt, ahí estaba Dick Hoyt el padre, nos tomamos una
foto con él, su video lo vi tantas veces para motivarme y su libro lo leí
cuando me preparaba para mi primer maratón, fue inspirador conocerlo y tomarnos
una foto con él.
Domingo 20 de
abril fue un día más relajado, volvimos a la expo, uno no se cansa de
visitar ese lugar, fuimos por unas cuantas cosas que no nos habíamos decidido a
comprar y que al final compramos, no se está todos los días en Boston. Por la
tarde asistimos a la cena de carbos organizada por el maratón, regresamos al
Hotel como a las 8.00 pm para descansar. Hice todo ese ritual de los
corredores, colocar mi número en el cinturón, colocar mis 4 geles, mi iPod, mis
tenis, mis out fit, mis relojes (suelo correr con dos) uno que suma mis kms de
nike, creo me volví una obsesionada en coleccionar kms y mi Garmin, el que
utilizo para controlar mi ritmo. Todo listo para intentar dormir ese día, lo
intente aunque no lo conseguí.
Después de dormir
tres horas me desperté a las 5.00 am para desayunar y alistarme para salir al
punto de reunión, donde los autobuses nos llevarían al bello Pueblo de
Hopkinton.
Nunca había
desayunado tan fuerte previo a una carrera, sin embargo serían varias horas de
ayuno, mi disparo de salida estaba programado a las 10.25 y terminaría
alrededor de las 2.00 pm, si no desayunaba serían muchas horas de
ayuno. Desayuné un café y un sándwich de
jamón de pavo. Sabía me estaba arriesgando al desayunar eso, pero presentí era
mayor riesgo no desayunar, además pasarían varias horas para el arranque de
salida, 5 horas y media para ser exactos, sentí eran suficientes para digerir
el desayuno y afortunadamente así fue.
Salimos del hotel,
nos dirigimos al centro de Boston, accedí al camión y me encontraba sumamente
emocionada. Al llegar a la villa de corredores en Hopkiton me sentí aún más
emocionada. Miles de corredores ya concentrados, barras de granola, gatorade,
fruta, café, pan de caja, bagels, mermelada, nutella y agua suficiente para
todos. Tome un cuarto de vaso de gatorade y medio plátano alrededor de las
9.30, pase al baño y me dirigí a mi corral. Segunda oleada corral 8, faltaban
30 min para el arranque y mi corazón latía más fuerte que nunca. Pensé estando
ahí lloraría, pero no fue así, no en ese momento. Mi alegría era tan grande que
solo podía sonreír, estire perfectamente, calenté y comenzamos a avanzar. Justo a las 10.25 se oye el disparo de salida
de nuestro corral y comienza nuestra fiesta, mi fiesta de maratón.
Calentamiento previo al maratón
Oleada 2 Corral 8 Avanzando rumbo a la línea de salida
Comienza el maratón
Comencé a correr y
estaba llena de felicidad, me encontraba iniciando mi tercer maratón. Es un
maratón muy masivo y éste año fue más debido al atentado del año
pasado 10,000 corredores más. Era difícil tomar ritmo, por ratos sentí iba muy
rápido y por otros muy lenta debido a la aglomeración. Sabía que habían muchas
colinas, pero no imaginé fueran tantas. Todo el maratón son subidas y bajadas.
Eso sabía no es mi fuerte, menos las bajadas, por miedo a recaer durante los
entrenamientos nunca hice cuestas, ni montaña, así que cualquier resultado
obtenido sería un gran logro, cruzar la META, sería mi ganancia.
Disfrute cada
porra, cada grito de aliento, llevaba mi bandera de México en frente y seguido
escuchaba el “Go México” e inclusive “Vámos México”. Tenía referencia de otros corredores, que había tramos dónde
no había porra, sin embargo éste año eso no sucedió. Fue impresionante ver
tanta gente aglomerada para apoyar el maratón. Jóvenes, niños, adultos, todos
sonriendo y alentando a todos los maratonistas. La música del iPod nunca la escuche, los gritos de apoyo no lo permiten. Es gratificante chocar las manos de los niños quienes se estiran para tocar la mano de los corredores, las sonrisas que regalan durante todo el trayecto son hermosas.
Una de tantas sonrisas en uno de tantos kilómetros
El abastecimiento
oficial es completísimo y aún así hay gente que con sus propios recursos
ofrecen dulces, agua, fruta, pan a los corredores. Gente valorando y alentando
el esfuerzo.
Me sentía cómoda
con mi ritmo, cruce el medio maratón en 1.42, mejor de lo que esperaba. No me
sentía cansada. A pesar de las colinas sentí iba muy bien, en ese momento recordé
cuando mi entrenador me dijo: “confía el cuerpo tiene memoria Ale” y le
agradecí a mi cuerpo por recordar lo que le encanta correr maratón.
Boston un día antes
estaba con ligero frío, pero el día del maratón se sintió mucho calor. Yo
recuerdo que a la mitad del maratón mi playera estaba empapada, y eso que no
suelo sudar mucho. Tomé hidratación en cada abastecimiento, cada 2.5 km tanto
gatorade como agua. Toda la fruta que ofrecían también la tomaba. No suelo
echarme agua al rostro, pero en esa ocasión sentí lo necesitaba. Nunca había
corrido un maratón con calor, en el primero me tocó lluvia y frió, en el
segundo frío. Temía que me agotará mucho el calor.
Pasando el km 24
encontré corriendo al equipo Hoyt, me motivo mucho. Volví a recordar cuando leí
ese libro y pensé: “En ese primer maratón me motivaron y ahora estoy corriendo
junto a ellos”, sonreí y les tomé una foto.
En el km 27 comencé
a sentir un ligero cansancio. En mis dos
maratones anteriores no había sentido eso, pensé era normal, mi entrenamiento
no había sido el más completo por mis condiciones y el corto tiempo, pero aún así estaba convencida lo lograría.
En km 30 llegue a
la famosa colina “rompe corazones”, recuerdo que mis amigos Nain y Gustavo me
habían contado sobre ella, me habían dicho de ese olor a carne asada, dijeron: "cuando percibas ese olor a carne asada, la colina está por venir" lo pude
percibir; la gente de ese vecindario sale a asar carne, sacan camastros y
realizan una especie de pic nic y disfrutan el maratón. Cuando inicia la colina hay un corazón grande
y roto en el piso, con varias frases escritas por las personas que habitan la
zona, leí la frase “You Can” pensé claro
que puedo, fueron 6km de subida pesada, baje ritmo, ahí fue cuando me olvide
del reloj, sentí que el ritmo lo había bajado considerablemente, no me quise
presionar, me había costado tanto llegar a ese día que el tiempo era lo de
menos, no sabía cuánto me tardaría pero estaba decidido cruzaría esa META. A mí
siempre me han costado las bajadas, no sé bajar y siento mucho el golpeteo en
las rodillas, ese era mi mayor temor en Boston, pero me tope con la sorpresa
que las subidas en esos kolómetros era lo que más estaba sufriendo. En el km 34 Me acorde
de mis amigos, quienes habían tenido un detalle hermoso conmigo en complicidad
con mi esposo. Un día antes del maratón, a las 8 de la noche, mi esposo me
entrego un álbum con 42 fotografías mías
corriendo y de mis amigos más cercanos, con mensajes de aliento de ellos.
Mario, Juan Carlos, Yazmín, Capeto y Nain habían realizado ese hermoso regalo,
agradecí tanto a Dios por esa amistad, me sentí bendecida nuevamente. Ellos le
pidieron a otros amigos también incluyeran frases deseándome éxito, ese regalo
fue una hermosa motivación un día antes y que recordé en esos kilómetros tan
pesados para mí. Al recordarlos sabía me estaban siguiendo, sabía estaban pensando en mi, al
igual que mi mamá, mi papá, mis hermanos, mis cuñadas, mis demás amigos. Les
dije mentalmente: “manden esa buena vibra, ya se dieron cuenta que baje ritmo, ya
saben que me está costando. Necesito esa buena energía”. Parece increíble pero
la sentí. La mente es tan poderosa y sentí esa energía. Sabía estaban pensando
en mi y después lo corroboré. Así con esfuerzo y cansancio logré llegar al km
40
En ese km 40 comencé
a llorar, vi ese número mágico y me dije “ya lo conseguiste” mire el reloj y
llevaba 3.27 minutos, no podía creer llevara ese tiempo, se me hacía muy bueno, pues
yo sentía había bajado mucho el ritmo durante los últimos 10 kms. Lloraba y pensaba
“que fuerte soy”, recordé la lesión del año pasado, el dolor físico y
emocional, las terapias, los doctores, mi primer regreso, la frustración a la
recaída, la segunda lesión y me volví a repetir “que fuerte soy, estoy
corriendo y lo voy a conseguir”. Después fueron dos kilómetros pensando íntegramente en mis
hijos, me agarre de ellos. Me sentía cansada, lloraba y sentía eso me agotaba.
Mis hijos me habían mandado una notita que llevaba conmigo en mi cinturón,
sentía que con esa nota de alguna manera corrían conmigo. En ella me decían “tu
puedes, te queremos” “mucha suerte mamá”. Fueron dos kms con 195 mts pensando en ellos. Ellos en mi mente y corazón cruzaron la
META conmigo.
A metros de llega a la META
Cuando vi la META
llore nuevamente de felicidad, agradecí la oportunidad de vivir esa experiencia,
de correr mi maratón, de haberlo conseguido. Logre con 3.38.18 ser una
maratonista de Boston. Logré nuevamente mi calificación dentro de Boston, no sé
aún si lo correré en 2015 pero saber que lo conseguí es un gran orgullo.
Cuando me colgaron
la medalla besé mi unicornio, nunca había besado una medalla, pero tampoco
nunca me había costado tanto lograr un sueño al correr. Una vez más se había cumplido el objetivo de toda carrera, SER FELIZ CUANDO CORRO.
Recién terminando el MARATÓN
Los corredores
somos aferrados, intensos, entregados, apasionados, persistentes, soñadores y quizá yo un poco más, quizá todos pensamos igual.
Correr maratón es
más que un sueño, es demostrarnos a nosotros mismos que podemos cumplir
nuestros objetivos. Soñar no sirve de nada si no luchamos, trabajamos, planeamos e insistimos por cumplirlos.
Doy gracias a Dios y a la vida por permitirme soñar, pero doy aún más gracias por permitirme cumplir esos sueños.
GRACIAS a Dios, a mi esposo, mis hijos, mi familia, mis AMIGOS, a mi entrenador Cesar Simoni por esa guía y por ese regreso. Y a todos aquellos que me inspiran. Gracias por apoyarme en ésta locura y grana amor por correr.
Amo correr
Soy Corredora <3
Foto tomada por: Juan Carlos Sánchez Díaz -Poblanerias-